domingo, 29 de noviembre de 2009
Controlando nuestro miedo no existen fronteras
Siento no poder dedicar más tiempo a plasmar en este rincón todo lo que poco a poco voy aprendiendo.
Esta noche, voy a recomendaros el libro "Lo que sabe la gente feliz", escrito por Dr. Dan Baker y Cameron Stauth.
El eslogan que han colocado en el libro como resumen de lo que proponen: "Tomar las riendas del propio destino y vivir una vida plena y satisfactoria".
Recomiendo también que indaguéis sobre lo que es la psicología positiva. Quizás algún día tenga tiempo y conocimientos suficientes como para poder explicaros una buena introducción al tema.
Por ahora, lo único que puedo deciros, es que estáis muy probablemente atrapados sin saberlo. Atados por un miedo latente en vuestro interior, en vuestro más profundo ser, dentro de vuestros propios genes.
Este miedo ha sido desde tiempos inmemoriables el encargado de nuestra supervivencia. Este miedo, hoy día es una barrera para nuestro avance personal.
El miedo se muestra de muchas formas diferentes, como angustia, ansiedad, estrés, odio... y todas ellas intentan tapar su verdadera raíz, que es una mera emoción proteccionista que nos perjudica si no somos capaces de controlar.
¿Cómo controlar esta fuerza oculta? ¿Cómo controlar nuestros traumas pasados, malas experiencias, y toda clase de tormentos y agravios?
El amor (o más concretamente el aprecio), es la fuerza opuesta contra el miedo. E.l antídoto que produce hormonas positivas y saludables para el organismo. La llave para cambiar nuestra vida por dentro.
Investigaciones han demostrado que es físicamente imposible para nuestro organismo sentir miedo y aprecio simultáneamente, por lo que de aquí se deduce que el uno es el antídoto contra el otro.
Olvidaos del miedo que surge por nuestra hipotética falta de dinero. Cualquiera de los que estamos leyendo estas líneas tenemos suficiente dinero como para comer y vivir una vida digna, pese a que algunos tuviéramos que andar una temporada sin ordenador por temas económicos.
¿Vale la pena estar tan agobiados por el dinero? ¿Por una posición social? ¿Por irnos de vacaciones a lugares caros? ¿Nos da la felicidad comprarnos cosas más caras?
En absoluto.
La felicidad reside en ser nosotros mismos, en aprender a amar a los demás, en la humildad, en el perdón... la felicidad está en nuestro interior esperando a salir.
Recordad que el miedo siempre surgirá dentro de nosotros, pero es nuestra capacidad de razonar y nuestro espíritu quienes pueden controlarlo y dejarlo a un lado.
No dejéis que el miedo os domine, y seréis dueños de vuestra vida. Aprended que en la vida hay cosas más importantes que el poder o el dinero. Sabed que todos podemos tener buena o mala suerte, pero que de cada caída llega una nueva lección, y es así como verdaderamente aprendemos.
Si queréis sentiros mejor, ser mejores, y acercaros a una vida más plena, dejad de centraros en vuestras debilidades o peores recuerdos, que probablemente sean imposibles de erradicar. Aceptadlos, y fortaleced vuestras mayores virtudes, que serán las que os hagan ver que la vida vale la pena, y que todos tenemos enormes dosis de energía, alegría y amor para dar.
La vida es bella.
Os deseo toda la suerte del mundo para que aprendáis la lección (leed el libro),
con aprecio,
Jesús
martes, 10 de noviembre de 2009
La exquisitez de sentir energías positivas
Es curioso cómo sin darnos cuenta andamos de un lugar a otro con una predisposición determinada. Llevamos un ritmo casi eufórico de actividad, o quizás vivimos relajadamente, sin apreciar la sutileza de los pequeños detalles.
Cuando hablo de pequeños detalles, en realidad me estoy refiriendo a minúsculos detalles, tan sutiles como la suavidad de una frase alentadora, o el gesto de una acción conciliadora.
No es cuestión de tener siete sentidos, ni ser superhéroes, o algo por el estilo.
La forma de disfrutar de las vibraciones positivas es tan sencilla como simplemente desearlo. Desearlo ardientemente, y estar predispuesto en cada instante a recibir la armonía de nuestro alrededor, o quizás aportar un poco más de paz o amor a nuestro entorno.
Todo se traduce en conocernos a nosotros mismos, entender nuestro entorno, y tratar de sentirnos parte de la vida misma. Si conseguimos la unión entre nuestro espíritu y armonizar con la vida, podremos despertar los sentidos de las exquisitas sutilezas dispuestas a deleitarnos en cada momento.
Hay quien se vuelve loco tratando de analizar la vida, cuando no se da cuenta que la vida forma parte de él mismo, y que es tan compleja como sencilla.
Si tuviera la potestad de hablar sobre la Verdad, me arriesgaría a decir que la vida es esencialmente tan bella como sencilla en su comprensión. Desarrollar una íntegra vida interior es difícil por los factores de nuestro entorno, y especialmente por el miedo natural a defendernos de lo que nos rodea. Un miedo intrínseco a nuestra naturaleza animal que años atrás nos ayudó a sobrevivir, pero que hoy ha quedado obsoleto.
La vida es bella, la vida está llena pequeñas maravillas en cada rincón que nos recuerdan hacia dónde tiende nuestro ser, y hacia dónde deseamos caminar. La vida es tan sutil que sin la existencia del silencio interior jamás podremos disfrutarla.
Entender la vida, es entenderse a uno mismo, entender nuestra esencia humana, con nuestras virtudes, fortalezas, limitaciones, y aceptarnos tal y como somos, y vivir lo que vivimos, pues es el regalo que nos da la naturaleza.
Habrá días mejores, y días menos buenos, pero cada uno de ellos forma parte de nosotros, porque nosotros formamos parte de la vida.
Nosotros somos la vida, y sentirnos parte de ella nos puede llevar a la inmensidad de la felicidad.
Cuando hablo de pequeños detalles, en realidad me estoy refiriendo a minúsculos detalles, tan sutiles como la suavidad de una frase alentadora, o el gesto de una acción conciliadora.
No es cuestión de tener siete sentidos, ni ser superhéroes, o algo por el estilo.
La forma de disfrutar de las vibraciones positivas es tan sencilla como simplemente desearlo. Desearlo ardientemente, y estar predispuesto en cada instante a recibir la armonía de nuestro alrededor, o quizás aportar un poco más de paz o amor a nuestro entorno.
Todo se traduce en conocernos a nosotros mismos, entender nuestro entorno, y tratar de sentirnos parte de la vida misma. Si conseguimos la unión entre nuestro espíritu y armonizar con la vida, podremos despertar los sentidos de las exquisitas sutilezas dispuestas a deleitarnos en cada momento.
Hay quien se vuelve loco tratando de analizar la vida, cuando no se da cuenta que la vida forma parte de él mismo, y que es tan compleja como sencilla.
Si tuviera la potestad de hablar sobre la Verdad, me arriesgaría a decir que la vida es esencialmente tan bella como sencilla en su comprensión. Desarrollar una íntegra vida interior es difícil por los factores de nuestro entorno, y especialmente por el miedo natural a defendernos de lo que nos rodea. Un miedo intrínseco a nuestra naturaleza animal que años atrás nos ayudó a sobrevivir, pero que hoy ha quedado obsoleto.
La vida es bella, la vida está llena pequeñas maravillas en cada rincón que nos recuerdan hacia dónde tiende nuestro ser, y hacia dónde deseamos caminar. La vida es tan sutil que sin la existencia del silencio interior jamás podremos disfrutarla.
Entender la vida, es entenderse a uno mismo, entender nuestra esencia humana, con nuestras virtudes, fortalezas, limitaciones, y aceptarnos tal y como somos, y vivir lo que vivimos, pues es el regalo que nos da la naturaleza.
Habrá días mejores, y días menos buenos, pero cada uno de ellos forma parte de nosotros, porque nosotros formamos parte de la vida.
Nosotros somos la vida, y sentirnos parte de ella nos puede llevar a la inmensidad de la felicidad.
martes, 3 de noviembre de 2009
El desconcierto del vacío
¿Cómo es posible formar un proyecto de futuro sin estar seguro de tener el pilar necesario en su lugar?
Día tras día, me pregunto a mí mismo sobre las acciones que dirigen mi vida.
Día tras día, me doy cuenta de que mis ojos atisban un rumbo tan definido como abstracto.
Día tras día, observo que mi vida va forjando poco a poco cada uno de los pilares que me mantendrán en el devenir del mañana.
A día de hoy, siento dentro algunas certezas que forman el primer pilar en mi interior. Puedo verme a través de mis propias acciones, dudas, experiencias y responsabilidades.
Para dar un paso más allá, es necesario poder asentir "así es como este pilar debe ser". Hasta que no lo vemos así, cualquier intento de crear una estructura mayor puede esfumarse de un suspiro.
¿Qué deseo de mi vida profesional?
¿Cómo veo mi vida personal?
¿Qué clase de pareja necesito?
¿Qué clase de familia deseo tener?
¿Deseo formar una familia?
...
Por lo pronto, no con poco esfuerzo y muchas energías, he comprendido uno de los objetivos que persigo en mi vida. Siento no poder explicarlo, pero está ahí. Es un horizonte, vislumbrado al fondo del mapa.
Tristemente, este horizonte sólo es un concepto... una idea... una de las tantas partes que conforman mi futuro (o que me gustaría poder tener).
Y por ello, tras la certidumbre en algunos aspectos, me doy cuenta de la incertidumbre que me invaden tantos otros.
¿Debemos construir más pisos sobre nuestros débiles pilares a través de la incertudumbre?
¿Debemos saber esperar, y seguir forjando tantos pilares como sean suficientes antes de seguir arriesgando más?
¿Tiene sentido arriesgar, o es preferible avanzar por el camino adecuado pero más lentamente?
Pese a no conocer la respuesta exacta de ninguna pregunta que hoy he formulado, sé que el camino más rápido, certero y profundo para llegar a la sabiduría, es saber replantearse cualquier tipo de realidad, y arriesgar en los planteamientos, para enfrentarnos a sus resultados.
Sé que soy una persona muy lanzada, y sin embargo no sé en qué puntos es preferible no lanzarse, ni estoy seguro de qué forma es mantener el límite en algunas situaciones.
Os invito a reflexionar sobre vuestra vida, vuestros actuales "pilares", y lo primero y antes de todo... si algún pilar es otra cosa que no sea una parte de vosotros (por ejemplo, otra persona), plantearos si verdaderamente debe ser un pilar, o estáis poniendo demasiada carne en el asador.
¿Qué espera la vida de mí?
¿Cómo debo prepararme para recibir dicha respuesta?
¿Quién soy yo de veras?
Día tras día, me pregunto a mí mismo sobre las acciones que dirigen mi vida.
Día tras día, me doy cuenta de que mis ojos atisban un rumbo tan definido como abstracto.
Día tras día, observo que mi vida va forjando poco a poco cada uno de los pilares que me mantendrán en el devenir del mañana.
A día de hoy, siento dentro algunas certezas que forman el primer pilar en mi interior. Puedo verme a través de mis propias acciones, dudas, experiencias y responsabilidades.
Para dar un paso más allá, es necesario poder asentir "así es como este pilar debe ser". Hasta que no lo vemos así, cualquier intento de crear una estructura mayor puede esfumarse de un suspiro.
¿Qué deseo de mi vida profesional?
¿Cómo veo mi vida personal?
¿Qué clase de pareja necesito?
¿Qué clase de familia deseo tener?
¿Deseo formar una familia?
...
Por lo pronto, no con poco esfuerzo y muchas energías, he comprendido uno de los objetivos que persigo en mi vida. Siento no poder explicarlo, pero está ahí. Es un horizonte, vislumbrado al fondo del mapa.
Tristemente, este horizonte sólo es un concepto... una idea... una de las tantas partes que conforman mi futuro (o que me gustaría poder tener).
Y por ello, tras la certidumbre en algunos aspectos, me doy cuenta de la incertidumbre que me invaden tantos otros.
¿Debemos construir más pisos sobre nuestros débiles pilares a través de la incertudumbre?
¿Debemos saber esperar, y seguir forjando tantos pilares como sean suficientes antes de seguir arriesgando más?
¿Tiene sentido arriesgar, o es preferible avanzar por el camino adecuado pero más lentamente?
Pese a no conocer la respuesta exacta de ninguna pregunta que hoy he formulado, sé que el camino más rápido, certero y profundo para llegar a la sabiduría, es saber replantearse cualquier tipo de realidad, y arriesgar en los planteamientos, para enfrentarnos a sus resultados.
Sé que soy una persona muy lanzada, y sin embargo no sé en qué puntos es preferible no lanzarse, ni estoy seguro de qué forma es mantener el límite en algunas situaciones.
Os invito a reflexionar sobre vuestra vida, vuestros actuales "pilares", y lo primero y antes de todo... si algún pilar es otra cosa que no sea una parte de vosotros (por ejemplo, otra persona), plantearos si verdaderamente debe ser un pilar, o estáis poniendo demasiada carne en el asador.
¿Qué espera la vida de mí?
¿Cómo debo prepararme para recibir dicha respuesta?
¿Quién soy yo de veras?
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