El tabú del siglo XXI

Con el conocimiento de la naturaleza, la física, y las leyes científicas, hemos erradicado una buena parte de la ignorancia en el plano material. Ahora sabemos cómo somos por fuera, cómo funcionamos por dentro, y cómo se mantiene la armonía en el universo desde el punto de vista físico.

Hoy día sabemos que el aire que nos permite respirar no es meramente un milagro, sino el regalo de un proceso fotosintético que nos brinda la naturaleza.

Es en estos tiempos cuando muy pocas personas se tapan avergonzadas cuando se duchan. No sentimos rubor por ser como somos, ni tenemos miedo de mostrar un gesto cariñoso hacia otra persona. Ya no es necesario seguir protocolos culturales para convivir con alguien al que se ama, ni es necesario amar a escondidas hasta que un traje blanco nos dé el pase del amor libre.

El conocimiento nos ha aportado un paso más en el camino de la sabiduría, y sin embargo, cuán fácil es comprobar lo lejos que andamos de un saber pleno. Quizás la vida consista en eso, en darnos una oportunidad más para seguir aprendiendo, y continuar avanzando.

El sexo fue uno de los temas que dejó de ser tabú desde hace unas pocas décadas. Y ahora erróneamente solemos pensar que ya no existen temas tabús... nada más lejos de la realidad.

Justo en este momento ha entrado mi padre en mi habitación, a ver qué estoy haciendo. Simplemente, he ocultado esta página, para que no pueda leerlo. ¿Por qué lo he hecho? Es un sencillo ejemplo de que no estamos preparados para hablar sobre ciertos temas abiertamente. Con él tengo mucha confianza, y sin embargo, oculto estos pensamientos tras otras ventanas.

El amor a la vida, el alma, la esencia, todo aquello que es espiritual, o tiene esencia inmaterial, son temas que nos cuesta abordar con los demás. Son los mayores tabúes de la actualidad. Es precisamente esta barrera la que nos impide desarrollarnos libremente como seres humanos. Mientras no consigamos eliminar estos tabúes, no seremos capaces de compartir lo que pensamos, y crecer espiritualmente, del mismo modo que se crece en conocimientos cuando compartimos información de cualquier índole.

Gracias a las nuevas tecnologías hoy podemos escribir sobre nosotros y sobre todos estos temas tabúes, dando una pequeña cabida a la reflexión en nuestras vidas. Tenemos mucho que agradecer a la existencia de esta tecnología. Si no fuera por este blog, no sé cómo podría compartir con los demás toda esta clase de pensamientos.

Debemos intentar salir poco a poco de este agujero en el que nos hallamos, en pos de una mejor humanidad, y es ésta una misión de los pocos que nos atrevemos a hablar desde lo virtual, desde el cierto anonimato, que dejamos un rastro escondido, tal y como hacen los perseguidos, los que tienen algo de qué avergonzarse, o algo que ocultar.

No tienen por qué ser únicamente los estudiosos, filósofos, oradores o religiosos los que colaboren en esta tarea.

No deseo sentirme así. No quiero ser un alma esclavizado y condenado a la soledad de mi ordenador para mantener la armonía en mi espíritu.

Luchemos por la libertad de nuestro pensamiento, por amar libremente a la vida, por compartirlo todo con los demás sin tapaderas.

Uno para todos y todos para uno.